No hay palabras malas, sino mal empleadas. O mal interpretadas. Como la del título. Imprescindible en la crónica de este domingo, porque hablaremos sobre la importancia médica y mental de tener un trasero sano.
Según la Real Academia de la Lengua Española, Culo es el conjunto de las dos nalgas, y proviene del latín Culus. Al parecer, todo lo que hoy tenemos proviene del latín, desde los latin lovers hasta las cafeterías Latin America de Miami, y los latinoamericanos que buscan visa para un sueño en USA.
Toda esta introducción viene al caso para explicarles el problema de mi amiga Esperanza, a la que llamo Peri. Estaba un dia de visita en su casa, disfrutando un rico café cubano en la terraza de su apartamento en El Doral, cuando va y me suelta una frase que me dejó mudo:
-Ayer me estaba bañando y me convencí de que tengo el culo triste -dijo mi amiga, y se bebió de un trago el café, lo cual ya era un indicio de que estaba mal. Muy mal. Cubano que no aspire el olor del café recién colado, lo deguste primero con un pequeño sorbo, y se eche el resto al coleto de un solo viaje, es un cubano atribulado. Tan mal andaba Peri, que había obviado el ritual. Lo cierto es que ella no parece una cubana. Lo que Dios le dio por el frente se lo restó por detrás. No es precisamente una de esas criollitas que a su paso te recuerdan a Santa Bárbara: Bárbara por delante y Santa por atrás. Mi amiga es planchada de retaguardia y bien artillada en la vanguardia. Pero en los muchos años que nos conocemos, nunca se había quejado de algo tan banal como la escasez nalgatoria. .
No supe que decir a su confesión. Pero lo que más me espantó fue cuando dijo lo de hacerse un implante de glúteos para ver si el futuro le mejoraba.
– Cuarenta y tantos años caminando por el mundo sin nalgas ha sido un atentado a la cordura -dijo Peri, mirando la taza vacía.- Iré a Cuba a ponerme nalgas nuevas.
Me explicó que ya había hecho el engorroso trámite del pasaporte, la visa y el pasaje, y tenía todo arreglado para partir en un semana. Yo sabía que en Cuba los principales rubros de exportación eran el azúcar, el ron, los tabacos y los balseros, pero desconocía el nuevo mercado nalguero. Me imaginé a las “muchachitas” congueras de Mariela Castro haciéndose los senos y el trasero, pero no autorizadas al cambio de sexo. Bien que te puedes encontrar en La Rampa a una mulata despampanante que, con el vozarrón del Negrón de Gente de Zona te diga: ¿Me invitas a un trago papi?. Pero me tranquiliza saber que al menos en la patria no se toparía con un Doctor Cemento que le arruinara el pandero. No por falta de escrúpulos, sino de cemento.
-Sabías que hay personas que te adivinan el futuro con solo mirarte las nalgas? dijo Peri.
-¿Leyéndote el culo? ¿Cómo un Tarot? -pregunté curioso.
-El culo no, las nalgas -aclaró ella.- Se llaman rumpólogos.
-¿Las nalgas? -quise saber
-No, las personas que se dedican a eso.
-Ah, pitonisas del trasero -solté.
-Ajá. Fui a ver una en Hallandale. Mis nalgas son tan planas que apenas pudo leermelas. Dice que todos llevamos el futuro escrito en nuestro trasero, que las nalgas son una especie de mapa de nuestra vida; por eso tengo que operarmelas- explicó la Peri, rompiendo unos cacahuates con sus dedos de pianista.
-¿Y tu crees que teniendo nalgas redondas te irá mejor? -inquirí-. Mira que hay muchas operaciones de esas que han salido mal. Gente que se ha muerto. Y otras famosas como Alejandra Guzmán, que andan por la vida arrastrando dos pompis chuecas.
-Lo sé, pero es necesario que la rumpóloga me lea la nalgas. Quiero saber si voy a encontrar marido.
-¿Por eso te vas a arriesgar?
-La soledad es mala compañía. Y no calienta la cama -dijo mi amiga, y tomó un trago largo de cerveza. Después se lanzó a explicarme que según la rumpología, la nalga izquierda expresa el pasado, mientras la derecha habla de futuro.
-Si tu pasado está en la nalga izquierda y tu futuro en la nalga derecha, tu presente es un agujero negro -le solté el mal chiste.
-No seas tonto, que esto es serio -acotó ella.
-¿Y tu le pagaste a alguien para que te trasteara el fondillo? -repliqué.
-¿Acaso cuando vas a tu proctólogo no te hace lo mismo y te cobra un ojo de la cara?
Le di la razón. Y hasta le doy las gracias al doctor, aunque tenga dedos como Terminator, por darnos la noticia de que estamos a salvo de todo mal. Peri tomó impulso, y me soltó toda una conferencia sobre la importancia de tener un culo equilibrado, sano y tonificado.
“Nos pasamos horas y horas sentados delante de la computadora en el trabajo o en la casa, en el carro, en la oficina, y las nalgas se van aplastando por el peso, y la vida sedentaria. Ven mermadas su capacidad de resistencia y elasticidad debido a la pérdida de colágeno y elastina, dos proteínas esenciales cuya función estructural es mantener la flexibilidad en los tejidos”, explicó, mientras yo con disimulo trataba de ver si ella tenía el culo desparramado. Después me acordé que era improbable, pues trabajaba de cajera en un Publix y tenía que estar largas horas de pie. Contrario a las del Sedano, que le dan a la caja y a lengua sentadas en altos taburetes.
“Incluso, la ciencia ha tomado cartas en el asunto -siguió mi amiga, que al parecer había estudiado bien el tema.- Al aumento del tamaño del trasero como consecuencia de pasar muchas horas sobre una silla, se le conoce como síndrome del desk derrière. Uno de los principios de la rumpología consiste en fijarse en la forma del derrière”, aclaró Peri, y pensé en el derroche de derriére de las Kardashian.
“Si son redondas, como las de Sofía Vergara, significa que la persona es extrovertida. Si son planas como las de Yoko Ono, indican una personalidad adictiva y obsesiva. Si están llenitas, como las de Jennifer López, revelan a alguien arrogante y exigente. Y si tienen forma de pera, hablamos de alguien sensible, emocional, comprensivo”, añadió. Por mucho que me esforcé, no pude recordar a nadie con culo de pera.
Pero lo que me dejó frio fue cuando soltó aquello de que “nuestro fondillo, junto a los músculos abdominales, son claves para la estabilización de nuestra columna vertebral, evitando lesiones en las rodillas y los tobillos”.
O sea, que el glúteo mayor, medio y menor, ese grupo muscular al que despectivamente llamamos culo, es lo que nos permite andar estables por la vida. Entonces mis rodillas hecha trizas son una rebelión de mi trasero. Salí de casa de la Peri, convencido de que en lo adelante iba a cuidar mejor mi retaguardia. Sin saberlo, yo también soy un culo triste. Lo que los americanos llaman un “sorry ass”.
-I think I’m gonna miss your sorry ass -le dije a mi amiga cuando nos despedimos en la puerta de su casa.
-Jajajaja. La próxima vez me verás de happy ass, y la rumpóloga me leerá la suerte en unas nalgas redondas, redonditas -dijo Peri, soltando esa risa facil que le quita peso a la vida.
Me quedé dándole coco al asunto. ¿Habrá que estudiar mucho para ser rumpólogo? Camino a casa, paré en una licquor store y compré una botella de Jamaica Rum, para quitarme de la cabeza tanta rumpología. Pero necesitaba algo más fuerte. Que me aletargara, y por un rato me sacara de este mundo. Fui a una tienda de vídeo por mi droga favorita, y le pregunté al empleado:
– ¿Tienes la película llamada “Tu culo está estacionado”?
– ¿Sabe el título en inglés?
– Yourassispark, le respondí.
El tipo me mandó a la mierda. No había tenido un buen día debido a sus dolores de espalda. Quise hablarle de la importancia de tener un culo equilibrado, pero me callé y, con el vídeo en la mano, fui a casa a despejar la mente.
(¿A que cuando terminaron de leer fueron al espejo para verse el derrière?)
Pablo De Jesús
Pasadena, California
Julio 22/2017
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