• logo


logo

  • Inicio
  • Blog
  • Contáctame
loading...
  • Post
  • Similar Posts
  • Post Icon
  • Pablo Socorro


AUSENCIA NO QUIERE DECIR OLVIDO

Se preguntarán donde estuve metido este fin de semana, que falté a la cita dominical. Fui secuestrado, en un lugar sin internet ni noticias. Ajeno a si el Presidente levanta su murete o la Pelosi se le entromete. Ignorante de si el Maburro de Venezuela le da agua al dominó de Guaidó o si el General Vasito de Leche sigue con su campañita de lograr que la Nueva Prostitución se convierta en ley primera de su republiquita moringuera. Tampoco supe si hubo tsunamis, terremotos, tornados o meteoritos pinareños a causa del cambio climático provocado por Trump. En fin, estuve ajeno a los problemas del mundo.

Sé que mis amigos de Facebook se preocuparon por mi ausencia. Para su tranquilidad, les diré que no estaba enfermo. Solo tomaba la dosis de amor que requiere el alma para mantener el equilibrio.

Unos amigos muy queridos nos tuvieron acaparados por cinco días, moviéndonos de un lugar a otro por Miami, visitando a otros amigos, desbordándonos de cortaditos, croquetas, tamales y barbikius al extremo de quedar al borde de un síncope proteico. Celebramos el 14 de Febrero en un baile de gala que empezó con valses y boleros y terminó como terminan todos los bailes de cubanos: con una conga de cadena recorriendo el inmenso salón de un club de Miami fundado por los primeros inmigrantes que salieron de la isla. Si sumaban los años de todos los que estábamos de fiesta, totalizaban más que la historia de la Humanidad, desde el mono hasta el regatonero.

Mis amigos, que tienen un bonito apartamento en una isla en Miami Beach, a propósito, han quitado el internet para que no les distraiga de la vida que bulle en las calles de la Ciudad del Sol. A veces se pierden muchas horas delante de la computadora mientras la vida discurre fuera de casa y uno la deja pasar sin disfrutarla. “Lo malo de las redes sociales es que tan pronto uno es feliz, viene un comemierda y te jode el día”, dice mi amigo E, y yo le respondo que no se tome la vida tan en serio, que total, no va a salir vivo de ella. A él y su esposa les encanta caminar de incógnitos por las calles de Miami: Saborear un cortadito en La Carreta, un guarapo en el Palacio de los Jugos de la 57 y después irse al Miami Boat Show de Biscayne Bay a ver barcos de lujo. Como cada año, discuten si comprar o no comprar, para concluir que con el que tienen les basta, porque además de viejito le tienen cariño. Y cada año el millón y tanto que cuesta cada barquito, sigue rindiendo dividendos en la cuenta de mis amigos.

Mientras ellos bajaban y subían de embarcaciones glamorosas, yo miraba lelo el esplendor de un mundo desconocido, un mundo del que nos decían que era una perversión ser asquerosamente rico mientras otros eran asquerosamente pobres. Solo que éramos tan ignorantes y cerebrolavados que no veíamos que esos “otros” asquerosamente pobres éramos nosotros mismos. El reflejo de una realidad socialista donde enriquecerse es malo según el HP en Jefe que se pudre en los infiernos, quien siempre tuvo muy claro que el dinero da poder, y el poder solo puede estar en las manos de los que quieren conservarlo a toda costa. Gente como el General y sus acólitos, que pretenden blindar su socialismo capitalizado con un referendo donde ya los votos están contados sin aún haberse celebrado.

Miraba y recordaba aquellos años de mi perdida juventud en esa isla donde tener un botecito sigue siendo delito y donde aún -a pesar de los “cambios”, cruceros y recargas- le prohíben a los nacionales abordar embarcaciones a motor, como ocurrió recién con los familiares de ese Crucero del Amor que salió de Miami y ya en La Habana no dejaron desembarcar a los turistas porque en su mayoría eran médicos a los que prohíben visitar a su patria y a su familia.

No lo puedo remediar. Cada vez que visito a Miami regreso más gusano. Si para algunos Miami es un barrio de La Habana con comida, para mí es el espejo triste de lo que pudimos ser y no fuimos en nuestro propio país.

En resumen, perdonen si los abandoné por un rato. No se crean eso que decía casi llorando Barbarito Diez: Ausencia no quiere decir olvido. A veces es necesidad de oxigenar las ideas. Solo que me me fui a ser feliz. Decía Freud que hay dos maneras de ser felices: una, hacerse el idiota, y otra serlo. Yo, por si acaso, juego en las dos novenas y siempre gano.

©Pablo de Jesús
Miami, Febrero 18/2019

Share this:

  • Click to share on Twitter (Opens in new window)
  • Click to share on Facebook (Opens in new window)
  • Click to share on Google+ (Opens in new window)

Related


Comments


Post a Comment!

Cancel reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.


  • Recent Posts

    • EL FANTASMA DE LA INTOLERANCIA
    • LA SUPUESTA INMORTALIDAD DEL CANGREJO CUBANO
    • CUBA EN DOS TOMOS
    • DE UN PÁJARO LAS DOS ALAS
    • AUSENCIA NO QUIERE DECIR OLVIDO
  • Recent Comments

    • Thiago on ENTRE EL JINGLE BELL Y BURRITO SABANERO
    • Abraham on ENTRE EL JINGLE BELL Y BURRITO SABANERO
    • Gloria Boresoff on VENEZUELA: CRONICA DE UN FRAUDE ANUNCIADO (IV final)
    • jorge on EL HOMBRE SINIESTRO
    • Aaron on CHRONOS, BENDITO CHRONOS
  • Meta

    • Log in
    • Entries RSS
    • Comments RSS
    • WordPress.org

logo
  • Home
  • Contáctame
  • RSS Feed
  • Contact
top

No me roben nada, yo todo lo regalo!