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  • Pablo Socorro


LA SUPUESTA INMORTALIDAD DEL CANGREJO CUBANO

LA SUPUESTA INMORTALIDAD DEL CANGREJO CUBANO

“Pensar en la inmortalidad del cangrejo es una locución o expresión popular de habla hispana que se usa para indicar que una persona está distraída fantaseando sobre algo”.

Así lo define Wikipedia. Y parece que los sesudos del diario Granma estaban comiendo de lo que pica el pollo al publicar un artículo reciente, anunciando a bombo y platillo que “Cuba, con 11,2 millones de habitantes, tiene 2.070 centenarios”.

No le vieron el ángulo contrarrevolucionario a la noticia. Esos centenarios no son “logros de la Revolución”, sino de la República democrática que se fue a bolina en los vientos verdeolivos de 1959: a la mayoría de esos Matusalenes y Matusalenas les agarró la moledora castristas con 40 años de edad, o más. Anoten este dato.

No hay que ser un genio para deducir que esos 2.070 centenarios ingresaron bien comidos al periodo de hambruna más largo en la historia de Cuba. Es decir, estuvieron los primeros 40 años de su vida masticando carnes de res, cerdo, jamón, mortadella, pollo, pescados, mariscos, tasajo y bacalo. Tomando al menos un vaso de leche pura al día (no esa agüita engañosa de hoy, que apenas mancha el litro), o comiéndose un huevo diario.

Si le echamos calculadora al asunto veremos que algunos de esos centenarios cubanos se comieron en sus primeros 40 años de vida al menos 2, 080 libras de fibra animal, asumiendo que consumieran una libra a la semana. Se tomaron además 14,400 litros de leche, uno diario, antes de que lo agarrara la onda socialista y le quitaran el néctar vacuno por ser mayor de siete años de edad (tarajallúo, dirían en la OFICODA). Y se bajaron -ya fuera en tortillas, fritos o hervidos-, un total de 14,400 huevos, uno al día.

Si comparamos a los centenarios esos con la gente de mi generación, veremos que estamos muy jodidos. Y no digamos con los nacidos después del Fraude Revolucionario. Esos están requete jodidos. Los postcubanos apenas recuerdan el sabor de un bistec. Muchos ignoran hasta la forma que tienen una langosta y un camarón, o a que sabe un bacalao a la vizcaína o un tasajo uruguayo.

Me puse a sacar cuenta en mi caso, y a cinco huevos al mes que me daban por la libreta de abastecimiento, me tocaron 2,640 huevos en los 44 años que viví en Cuba. Sumámosle los 2,880 huevos que consumí antes de 1959, uno diario en mis primeros ocho añitos de vida, totalizan 5,520 posturas de gallina. Cifra irrisoria en comparación con los 14,400 que ya tenían en su sistema sanguíneo esos Matusalenes cuando los sorprendió la Robolución.

Y no hablemos de la carne. Hay varias generaciones de cubanos en la isla que apenas recuerdan el sabor de su último bistec.

La salvación del pueblo cubano ha sido el pollo. Volví a la calculadora y ¡horror! No sé cómo estoy vivo.

A un cuarto de libra de pollo al mes, me comía al año un pollo de 3 libras. La cosa empeoró cuando adquirí el título de Papá. Para que aquella menudencia de ave alcanzara en la mesa, mi esposa solía hacer pollo con papas. A mí siempre me tocaba la última parte. Daba saltos de alegría cuando de casualidad me caía en el plato el pescuezo del ave. Aún hoy, en pleno “capitalismo salvaje”, prefiero las papas y el cuello a otras partes. Lo que demuestra que el cubano es un animal de costumbres.

Otro detalle que no tomaron en cuenta los de Granma, es que los 2,070 centenarios nacieron y vivieron más de las dos terceras partes de su vida sin el estress que produce la modernidad. Llegaron tarde al internet, al wifi, las redes sociales, los iPhono, teléfonos satelitales, antenas parabólicas, computadoras, viajes a Marte, la televisión cubana y las noticias fakes.

Lo único en común que tenemos los Centenarios y los postcubanos del socialismo, es la inmensa FE que nos sostiene.

Para los de la isla, cualquiera sea la edad, eso se traduce en Familiares en el Extranjero. Aquellos que con sus recargas y remesas hacen posible la supervivencia.

Para los del exilio, la fe en esa vieja sentencia de que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”.

Sesenta años caminando de marcha atrás, han demostrado que el cangrejo socialista, más que Inmortal, es Inmoral, y por tanto, con pocas posibilidades de alcanzar la centuria.

Vaya, que si nos pasamos un siglo sin masticar carne, los cubanos del futuro naceremos sin dientes y sin culo.

© Pablo de Jesús
Agosto 31/2019

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