Con permiso del que sea, yo vengo aquí a darme un trago por el CUC. Ya sé que este es un país de personas decentes, pero hace años que yo me decía, un dia de estos va y me largo de aquí y cuando vengan a mirar, ya estoy sentado con la cartera llena de dólares y el CUC a mi lado, muerto de la risa. Pero ya ven, después de haber prestado un gran servicio y ayudar a Ruperto Marcha Atrás, el General ese que está como la Macorina, un pasito alante y dos atrás, ahora quiereren borrarlo de un plumazo, al pobre CUC. Si señores, porque este CUC que ustedes tanto manosearon, fue el placebo que nos dieron para quedarse con todos los dólares que entraran al país los Ruperto y su camarilla, puestos de a dedo por Ernesto, el dueño de todo esto, y ahora ciudadano permantente en Punto Cero.
¡Tuerto!, ponme un trago que le quiero explicar a estos señores quien era el CUC.
Todo empezó cuando los camaradas rusosky nos dejaron colgados de la brocha al destartalar el sistema soviético. Por culpa de esos hijoputoskys, Ernesto se vio obligado a autorizar la circulación del dólar, en agosto de 1993, y la entrada de remesas familiares del exterior. Aquellos traidores se convirtieron en traidólares, y en Miami la consigna pasó a ser: “Comandante en Jefe ¡Ordeñe!”. No se hagan los olvidadizos y recuerden que el mismo dia que despenalizaron el dólar, había gente que estaba cumpliendo montones de años en las cárceles por tenencia de divisa extranjera. En diciembre de 1994, el mismo Ernesto da a luz, en un parto con forceps, al Peso Convertible Cubano, ese que todos conocemos como CUC, y popularmente como Chavito.
Tipo duro ese CUC. Cuando en noviembre de 2004 a su primo el Dólar lo volvieron a sacar de circulación, Chavito sacó la cara y le resolvió a la gente poder comprar sus cositas en la shopping. Es verdad que el pobre dólar cuando no está preso lo andan buscando.
Ahora que lo condenaron, la gente habla mucha mierda del CUC: que si se la pasaba escondido todo el tiempo, que duraba en la cartera menos que un merengue en la puerta de un colegio, que cuando más falta hacía nunca aparecía, o que el muy cabrón era casquivano como la mujer de Antonio. A veces valía más que un dólar cuando lo comprabas, y menos que un peso cuando lo vendías. En fin, que hacen leña del árbol caído. Pero es hora de que les diga quien era el CUC.
¡Tuerto! Ponme otro trago que necesito abrirme el pecho.
Porque, a ver, ¿que sabían ustedes del CUC? Que andaba roto, sucio y a veces esquivo, y ue lo mismo ayudaba a una viejita a terminar el mes que a un beodo a olvidar sus penas. Cosa resabida es que mi amigo CUC era despreciado por los hijitos de papá y toda la corte celestial de Ernesto y The General Reverse, como le llaman en los pasillos de la Casa Blanca al que ahora corta el boniatillo en esta isla. ¿A que nunca vieron a uno de esos privilegiados entrar a Quinta y 42 a comprar una botellita de aceite o una libra de hueso con un billetico de CUC arrugado en la mano?.
¡Tuerto! Repite, y deja de estar vigilándome. Sé que te vas a ir de la lengua con tu papá, el Marcha Atrás, pero me roza un huevo.
Por ahí andan ahora los nuevos ricos, como la prensa de este país ha calificado a los emprendedores de Obama, sacando sus Chavitos escondidos para cambiarlos por el peso. Autorizan a la gente a abrir negocios privados, pero no le autorizan enriquecerse. La riqueza, según ellos, contamina, y destornilla la obediencia de las masas, y así es como empieza el desmerangamiento tipo ruso.
El CUC siempre tuvo que vivir con el CUP reguindado de él, ese peso cubano que siempre ha sido el primo pobre que no valía para un carajo. Si acaso para sacar las pocas cosas de la tarjeta de racionamiento, pagar el agua, la luz, y unas pizzas que vendían a la salida del Puente de Hierro, que en vez de queso llevaban preservativos derretidos por encima. Muchacha que se comiera esa pizza, le costaba trabajo salir embarazada.
Hasta chueco de nombre nació el pobrecito CUC. A ver ¿quién de ustedes me explica por qué, si nació como Peso Convertible Cubano, no se le llamó PCC? Tuvieron que endilgarle ese CUC para no confundirlo con el Partido Comunista Cubano. Y ya se sabe como la gente aprecia a este otro PCC.
¡Tuerto, un trago carajo!
No hay justicia. Ahora los reyes del mambo quieren incinerar al CUC como a un vulgar ratero, y poner en su lugar al anémico CUP, esa moneda que al menor estornudo sale volando hacia el norte y nos deja desamparados otra vez. Alguien como el CUC, por lo menos no merece que lo entierren sin un homenaje.
Pablo de Jesús
Octubre/2016
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