Nunca antes me ha alegrado tanto estar equivocado en un pronóstico. Contra lo que escribí en Crónica de un Fraude Anunciado, el pueblo venezolano ha dado una lección de optimismo y democracia con su triunfo en las legislativas del domingo 6 de diciembre. La oposición ganó 99 de las 167 curules a la Asamblea Nacional, y calculan que llegarán a 113 cuando terminen de contarse los votos de las 22 circunscripciones, las que misteriosamente no pudieron cerrar a tiempo. Las fuerzas chavistas sólo agarraron 46 escaños. Maduro acepta la derrota “por ahora”. Acusa a la “guerra económica” contra su gobierno. “Resultado circunstancialmente adverso”, añade. Ya está rebuznando el asno con garras. Cocea, amenaza, muerde la brida, mientras las pulgas de PSUV piensan si ya es hora de saltar en busca de otro jumento que pueda halar mejor el carro del Sociolismo del siglo XXI.
La Mesa de Unidad Democrática ganó, pero ¿podrá legislar? No quiero ser ave negra del infortunio, más no puedo evitar que algunas preguntas revoloteen sobre mi cabeza como nubarrones amenazando tormenta. ¿Entregará Diosdado Cabello la única parcela de poder que tiene en Venezuela? ¿Se arriesgará a perder su inmunidad parlamentaria a sabiendas de que la DEA está tras sus pasos? ¿Tendrá la nueva Asamblea Nacional verdadero poder para cambiar las reglas de juego que recompongan el mapa político? ¿Se quedarán el General y el Don de Punto Cero tranquilos sabiendo que se les escapa el burro de los huevos de oro?
Es la primera vez en 17 años que la oposición se verá dotada de instrumentos jurídicos y recursos para evitar la implantación del socialismo en tierra donde el whisky y la gasolina valen menos que un galón de agua. Pero las leyes que apruebe esta nueva legislatura tienen que ser ratificadas por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, y ya sabemos lo bien que estos jueces bailan La Burriquita, un joropo venezolano donde el personaje principal se viste de burro y jinete a la vez.
Lo bueno para la oposición con estos comicios es que ha ganado definitiva legitimidad nacional e internacional. Salvo los Tres Chiflados -los populistas Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega-, el resto de los gobiernos de la región se abstendrán de defender a capa y espada a un régimen que viola la democracia y los derechos humanos con la festinación de los que se saben por encima de la ley. El triunfo de Mauricio Macri en Argentina, y los problemas que enfrenta Dilma Rousseff en Brasil a raíz de la destapada corrupción en Petrobras, han cambiado el mapa geopolítico de la región.
Tener la mayoría simple en esta legislatura le da a la oposición mandato moral y cívico para exigir la solidaridad que hasta ahora le han negado las fuerzas democráticas del continente. Pero en materia económica y política la tendrá muy dura para aprobar leyes que liberen las fuerzas productivas, contraídas, malversadas y mal manejadas por el gobierno chavista; y proclamar la amnistía de todos los presos políticos, empezando por Leopoldo López, como parece que será su primera ley orgánica.
Son tres los escenarios que podría enfrentar el nuevo parlamento venezolano:
1.- Tal y como hizo en varios estados y alcaldías municipales que estaban en poder de la oposición antes de estas elecciones, el gobierno de Maduro podría desconocer a la actual Asamblea y crear un organismo paralelo de poder, dirigido por Cabello. Asamblea para la Felicidad del Pueblo tal vez se llame, dada la mentalidad maoista de los rojo-rojitos.
2.- Lanzar una campaña de descalificación, persecusión y chantaje para mermar las filas opositoras. La orden de turno será: “a los opositores se le paga o se le pega”.
3.- Que Maduro y sus asesores (cubanos) den un autogolpe de estado, cancelen los poderes de la AN, y acusen a los opositores de querer revertir los logros del Sociolismo del Siglo XXI. Será un golpe revolucionario, que como se sabe, no es un golpe de estado, sino tomar el estado a golpes.
Lo más inteligente de parte del gobierno sería dejar que éste Parlamento se desgaste ante la crísis económica que la propia filosofía chavista multiplica como “los penes y los peces” de Maduro. Pero si de algo anda escaso Maduro es de materia gris para esperar tanto tiempo. A coces se montó en la presidencia, y a coces la quiere mantener.
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