Secuestrado el Consejo Nacional Electoral (CNE), los medios de prensa, las máquinas de votación y hasta los electores, las posibilidades de que la oposición gane las elecciones del 6 de diciembre en Venezuela son tan escasas como la materia gris de Nicolás Maduro.
Pese a las cornetas de triunfalismo que están sonando, cuando el pueblo venezolano salga a escoger entre 1.799 candidatos para renovar los 167 escaños de la Asamblea Nacional (AN), el fraude parece estar anunciado de antemano, dada la cantidad de recursos y triquiñuelas conque cuenta el chavismo.
Las encuestas de los últimos meses le han dado siempre ventaja porcentual a los representantes de la MUD, aunque en los últimos dias la brecha se ha acortado. Pero como han señalado los expertos, ésta es una elección que no se gana con la suma total de votos nacionales, sino por la cantidad de distritos electorales que cada bando garantice.
Serán en realidad 87 elecciones distintas en cada uno de los circuitos creados por el chavismo a raíz de los últimos cambios del mapa electoral en 2010 y 2015.
“El chavismo puede obtener menos de la mitad de los votos y aun así ganar la mayoría parlamentaria, o la oposición puede lograr una mayoría nacional en votos sin lograr una mayoría en el Parlamento”, advirtió Oscar Schémel, especialista de la casa encuestadora Hinterlaces.
Un ejemplo: en el estado Amazonas (el que menos electores tiene), cada diputado electo costará 160.548 votos; pero en el estado Zulia, abiertamente opositor y el que más electores cuenta, para elegir a un diputado se necesitarán 342.653 votos.
A principios de este año, el CNE rediseñó el mapa electoral, y en los lugares donde el chavismo es más fuerte, otorgó a los circuitos rurales y a los barrios marginales de las grandes ciudades más diputados con menos votos.
Y para colmo, en estas zonas los famosos colectivos chavistas, mediante coerción y amenazas, impiden la presencia de los reguladores opositores en las mesas de votaciones. Si UNASUR quisiera de verdad ser actor en esta farsa, debería priorizar su “observancia” en esos lugares.
“Los circuitos fueron rediseñados para economizar los votos del chavismo y desperdiciar los de la oposición”, explicó al Nuevo Heraldo de Miami el profesor de la Universidad Simón Bolívar, Guillermo Salas, integrante de ESDATA, agrupación de académicos que lleva años estudiando las irregularidades del sistema electoral venezolano.
Pero aún así, todavía el chavismo está a la voluntad del elector, y ya se sabe que el descontento es mayor cada día en el país, incluso entre las filas rojitas, que comienzan a acusar a Maduro de haber traicionado los ideales de Hugo Chávez.
Los propios chavistas podrían dar un voto de castigo a Maduro y Diosdado Cabello, jefe de la AN.
Como en los casinos tramposos, donde el que maneja las cartas lleva ventaja, el castro-chavismo controla al Consejo Nacional Electoral (CNE), y las máquinas que se usarán en las elecciones.
La oposición, representada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) asegura tener dos mecanismos de control para asegurar que no le amañen los resultados de esta elección.
“Para eso hay dos mecanismos: tendremos tanto copias de las actas de las mesas más un conteo rápido con centros predictores, es decir, tendremos dos centros de votación”, explicó el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús “Chúo” Torrealba, durante una entrevista radial en Venezuela
En unas elecciones en las que no se permiten observadores internacionales, sólo los acompañantes mudos de UNASUR, y con la mano de Cuba metida en las urnas, los resultados parecen estar cantados de antemano.
Mañana hablaremos del principal truco del chavismo para volver a robarse las elecciones, gracias al ingenio del gobierno cubano.
Pablo de Jesús
1/12/2015
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