El viajecito de Obama a Cuba ha revuelto el avispero en Miami y a mí, para ser sinceros, me tiene más frio que un pinguino en el Polo Norte y un oso polar en el Polo Sur. O sea, estoy tan confundido que he puesto a pinguinos y osos a vivir en habitats contrapuestos.
Parece capricho de la historia que el 57º presidente de Estados Unidos visite a un país que lleva 57 años gobernado por una misma familia. Pero no lo es. Se trata de simple cálculo político de ambas partes. ‘Real Politik’ le llaman los entendidos. Oportunismo digo yo.
Los sesudos de la Casa Blanca piensan que anegando de dólares, turistas y McDonalds a la isla borrarán del mapa a la dictadura más larga de la que se tiene memoria histórica, mientras los Castros se frotan las manos entusiasmados de que el verde oxígeno yankee les dará más años de vida a su monarquía tropical.
Obama ya tiene un lugar en la historia. Su legado será ser el presidente estadounidense que restableció las relaciones con Cuba. Ahora quiere ser el primero que pise la isla bajo el régimen comunista, pero si sigue cediendo, llegará el pobre sin un pliegue… de demandas.
La misma táctica de colocar un Caballo de Troya capitalista dentro de sistemas totalitarios utilizaron otros dos presidentes estadounidenses, y a la larga la historia demostró que los comunistas son más difíciles de eliminar que las cucarachas.
Richard Nixon, tramposo y sin escrúpulos, se lanzó en 1972 hasta China comunista para tratar de convencer a Mao Zedong que “ser rico no es malo”, pero el chino no mordió el anzuelo y murió preguntándose si el maléfico Tigre de Papel yanquee no le había tendido una celada.
Su sucesor, Deng Xiaoping, si escuchó los cantos de sirena y sentó las bases para el capicomunismo de estado que hoy tiene a China como potencia mundial en cacharrería de consumo, y con 690.000 millonarios.
Bill Clinton hizo lo mismo con Viet Nam en 1995, pese a los miles de muertos que hubo de por medio. Hoy, China y Viet Nam juntos tienen más multimillonarios que Europa, y muchos de ellos son miembros del Comité Central de los respectivos Partidos Comunistas.
En ambos casos, el régimen comunista sobrevivió a muertes anunciadas gracias a las transfusiones de billetes verdes. Y lo mismo pasará en Cuba. Una élite castrista se beneficiará de este abrazo de mafiosos que se dará en La Habana, y les veremos en París, Roma y New York paseando sus riquezas sin ningún tipo de pudor.
Pero yo también veo la visita de Obama a Cuba desde otra óptica. Más bien lo percibo como una claudicación de los mandarines cubanos el tener que extender alfombra roja a su enemigo más odiado.
El coco con el que han asustado a los cubanos por cinco décadas, ha devenido -gracias a esa alquimia de los Castros para convertir el revés en victoria-, en el dulce de coco con azúcar prieta que paliará los estómagos estragados del cubano de a pie. Ese que no pierde las esperanzas ni aunque le estén cayendo raíles de punta.
En cierta forma, los viejos carcamales han tenido que dar su brazo a torcer para no poner el muerto. Al menos les queda el consuelo de que la alfombra es roja, el color preferido del comunismo porque es el de la sangre. Y ya se sabe el alma de vampiro que tienen estos totalitarios carcamales.
Me imagino que el Gran Mandarín debe estar bufando y mirando con ojos recelosos esta movida de su hermanito. Impotente desde su trono de rueditas, porque ya no tiene cañones para imponer su criterio, Don Moringa se dedica a escribir monsergas, mientras el General le mantiene dotado de bolígrafos y papel de buena calidad.
Pocos se han dado cuenta de que la sucesión ha devenido muy calladamente en un golpe de estado. Y ahora para colmo, le humilla Obama con eso de que no tiene previsto reunirse con él en Punto Cero. Ya se inventará uno de esos encuentros “ocasionales”, como el de la Cumbre del Milenio en Nueva York (2000), cuando encuadrilló a Bill Clinton en un pasillo de las Naciones Unidas y le obligó a darle la mano.
Esta visita el 21 y 22 de marzo, precisamente el inicio de la primavera en el Hemisferio Occidental, podría desencadenar en otra Primavera de Praga, aquella que fue deshojada en 1968 cuando los tanques del imperio soviético restablecieron el orden comunista.
Si no fuera porque los cubanos se está marchando de la isla en cuanta cosa flote, ésta Primavera de La Habana podría modificar progresivamente aspectos totalitarios y burocráticos de un régimen que patea por llegar a la orilla para no morir ahogado en el mar de sus propios desatinos.
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Williamkl
20th May 2016 at 10:48 amAs I web site possessor I believe the content material here is rattling great , appreciate it for your hard work. You should keep it up forever! Good Luck. Alconcel