Hay gente con más suerte que talento. Esa es una verdad como un puño. Los filósofos le han metido coco al asunto y llegaron a la conclusión que gran parte de la vida depende de la suerte. Y concluido también que no es lo mismo Azar que Suerte. Lo primero tiene que ver con aquellos acontecimientos que ocurren caprichosamente: por azar se cayó una maceta desde un balcón cuando yo pasaba. La suerte se refiere a aquella situación en la que tales acontecimientos caprichosos contribuyen a la felicidad o la infelicidad: tuve la suerte que la maceta no me cayó encima. O la mala suerte de que me cayó encima y me hizo mierda.
Esto último pensaba mi compadre Emeterio Zacarías Saturnino Guardado sobre su suerte, un domingo que no tenía nada que hacer, sin decidir aún si era buena o mala su fortuna. Por favor, no empiecen con el chistecito de mal gusto de que no es lo mismo Emeterio Zacarías Saturnino y Guajardo que …. ustedes saben. Además, éste amigo mío es de los Guardado de Guira de Melena. Guajiros de prestigio para el invento.
Mi compadre EmeZeta, como le decíamos para abreviar (tampoco vayan a vacilarlo con el acrónimo de las Motorradwerk Zschopau, aquellas motos alemanas que tanto ruedan en Cuba) se preguntaba si el hecho de haber llegado por fin a la Yuma como asilado político, y asentarse luego en un parque de casas rodantes en Hialeah, era cuestión de mala o buena suerte. La realidad era que por mucho que remara en este exilio, el sueño de llegar a USA para “agarrar los dólares que estaban en la matas” -como decía su amigo Papito Soplatubo- se había convertido en una pesadilla monótona de un trabajo de 10 y 12 horas en una factoría miamense. El tal Soplatubo pasó de ser el mayor comemierda del pueblo al maceta que regresaba a Guira cada cuatro meses, cargado de cadenas alquiladas para dar el plante, y de bultos para los verdaderos creyentes, aquellos que tienen la FE extra fronteras: Familiares en el Extranjero que les envían ayuda.
Si EmeZeta hubiera sido un poco más de la onda filosófica se habría hecho la pregunta clave de todo cubano que llegó a Estados Unidos antes de que Obama le cortara los pies a las esperanzas de salvación de los que quieren huir del comunismo tropical: ¿la buena suerte está en lo que se tiene o en lo que se desea? Yo soy un convencido de que todo el que logre escapar del infierno es un “reventao”, un prestidigitador o un exorcista. Cualquier cubanito de las tres categorías se puede dar con una tabla en el pecho por su buena suerte. Ajeno estaba mi compadre Emeterio Zacarías que su suerte cambiaría pronto. Según la Filosofía China existen tres suertes: la Suerte de la Tierra, la Suerte del Hombre y la Suerte del Cielo. El lunes, la trinidad china depositó su mano sobre Emeterio y esta historia comenzó a tomar cuerpo.
Mi compadre regresaba de su trabajito en la factoría, más cansado que burro cargado de esponjas mojadas, y con más arrugas en la cara que un gusano frenando debido a los muchos biles y malvados que se le acumulaban sin pagar, cuando le agarró el semáforo de la Hialeah Dr y Flamingo Way, a pocas cuadras de su casa. Estaba Emeterio muy concentrado en el cambio de luces hasta que un cojo le tocó en la ventanilla pidiéndole una limosna. EmeZeta miró al hombre, y justo cuando iba a hacerle el gesto de enseñarle el dedo del medio para mandarlo al carajo, sintió que el mundo le había caído en la cabeza. Una fuerza descomunal le dio por el cuello y la cintura convirtiéndolo en una S, y él salió disparado por el parabrisa delantero (Emeterio es de los que nunca usa el cinturón de seguridad). Una vieja americana que manejaba un Mercedes Maybach S 650, de un cuarto de millón de dólares, le chocó por atrás con toda la furia de los 621 caballos de fuerza de su máquina alemana. El viejo transporteichon de mi compadre quedó hecho “puré de tarco”, y él, en medio de la calle, aún con el timón en la mano. Los paramédicos que llegaron enseguida, le trasladaron al Jackson Memorial Hospital, con múltiples fracturas en sus piernas y golpes por todo el cuerpo.
Por eso digo que lo de la suerte es cuestión de estar en el lugar indicado a la hora indicada, sólo que es como los dados: nadie sabe si cuando los tires te saldrá cundango (la Q) o AS. Y a Emeterio Zacarías Saturnino Guardado le tocaron cinco Ases. La dueña del Mercedes asesino era una vieja judía, con más plata que vida, y le indemnizó con 100.000 dólares por daños y perjuicios, más los gastos del hospital, con tal no diera parte a la policía. Era su cuarto accidente en el mes, y temía le retiraran la licencia. La familia de Emeterio (esposa, dos hijos, dos nueras y dos nietos) festejó la buena suerte delante de la misma cama del hospital donde mi destartalado compadre sufría picazón en todo su cuerpo por el yeso que le inmovilizaba de la cintura para abajo. Y sobre todo, en la pierna izquierda mutilada.
Lo que hizo el familión Guardado con tal fortuna es motivo de otra crónica el próximo domingo. Sólo les adelantaré que la familia de EmeZeta, es de esas que “que sueña y se queda quieta”, y no de las que “sueña y hace realidad lo que sueña”, según definió alguien que le metió coco al asunto de como triunfar en la vida.
Pablo De Jesús
Berkeley, Mayo 27/2018
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