No elegimos nacer, ni si seremos alto o bajitos, lindos o feos, perfectos o imperfectos. Pero hay una persona que elige por nosotros, y aunque no tiene poder de decisión en cómo seremos físicamente, si define nuestra alma con la fuerza de su cariño: se llama Madre, y es la palabra más hermosa que tiene el lenguaje humano. Una Madre no es el quinto elemento de la materia; es la materia misma, porque está hecha de fuego, tierra, agua y aire, y aunque es terrenal, no resulta corruptible.
Una madre es alguien que al ver que solo quedan cuatro trozos de tarta de chocolate habiendo cinco hijos, es la primera en decir que nunca le ha gustado el chocolate. Una estrella fugaz que pasa por tu vida una sola vez, y que aún cuando se apague un día, sabes que siempre estará ahí velando por ti, en donde quiera que los ángeles velen a sus hijos.
Una madre es ese ser maravilloso capaz de convertir nuestras lágrimas en sonrisas tan solo con un abrazo. Te enseñará a volar, pero no volará contigo, sino que estimulará tu vuelo. Te enseñará a soñar, pero no soñará tu sueño, sino que te regalará sus sueños. Te enseñará a vivir, pero no vivirá tu vida, aunque siempre estará en tu vida. Y en cada paso que des en el camino de tu crecimiento, encontrarás su huella.
El corazón de una madre es el único lugar donde un hijo siempre puede encontrar refugio seguro. Una madre es esa alquimista del alma capaz de convertir sentimiento negativos como tristeza, miedo, frustración, ira y desesperanza en regalos del alma en forma de felicidad, alegría, amor, esperanza y gratitud
.
Una madre no tiene pasado ni futuro. Sólo presente. A veces deseamos se invente la máquina del tiempo para regresar al pasado no para enmendar nuestros errores, sino para abrazar a nuestra madre. Para sentir su mano bienhechora en nuestra frente, o simplemente para bañarnos en la paz de su sonrisa. Ya sea que esté viva o esté muerta, siempre la tendremos justo al lado del corazón, para recordarnos que Dios las creó a ellas porque él no podía estar en todas partes a la vez.
Gracias madre, por regalarme las tres mejores palabras de tu armario de emociones: amor, compasión y bondad.
Pablo de Jesús
Tampa, Mayo 13/2018
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