La crónica de este domingo me la sugirió mi amigo Ernesto. Estuve de visita en su casa el jueves y mientras nuestras esposas daban palique en la piscina, el me revisaba el aire acondicionado del carro. Mi amigo es un todoterreno de la vida. Lo mismo sabe si un palo de papaya es hembra, macho, hermafrodita o gay, que te desarma un motor de un carro o se inventa una caja china para asar puercos. Confieso que soy un poco zurdo a eso de la mecánica. En Cuba, tuve que trastear mi Impala 59 más por necesidad que por vocación, pero desde que llegué a los Estates, ha sido otro el que se encarga de remendar los carros que he tenido. Mi primer Transporteichon en Miami me lo regaló un amigo. Después concluí que no era tan amigo, pues aquel Ford Fiesta era más bien un Ford Guateque, que iba de 0 a 80 mph en una tarde.
-Humm. Algo no me gusta aquí -dijo Ernesto, tras revisar el aparato con unas mangueras rojas y azules terminadas en relojes, parecidas a las que usan los astronautas cuando salen a dar sus caminatas espaciales.- Me parece que la contrapelusa del compresor no está funcionando.
Me le quedé mirando. El desconectó las mangueras, y puso cara de compungido. Yo me aterré, pues ahora que viene el calor el aire justo se descompone. Después me acordé que el carro aún estaba en garantía, pues no hacía ni cinco meses lo había sacado del dealer. Empero, mi amigo no perdió la ecuanimidad y muy serio, me señaló un botón en la pizarra del auto.
-Chico, la próxima vez enciende el aire.
Yo, que soy tremendo despistado, caí en cuenta que había puesto el air conditioner en modo ventilador, y no se me ocurrió apretar el jodido botoncito. Nos echamos a reir, luego abrimos otra botella de Corona, y a la sombra de una mata de roble me advierte:
-Tú que está planeando un viaje a España, ten cuidado, que allá están poniendo multas a los hombres por tirarse pedos.
-No jodas Ernesto.- respondí, pero él me enseñó entonces en su iPhono una página de un diario español con la noticia de un juzgado en la ciudad española de Valencia que condenó a un mes de multa a un hombre denunciado por su ex pareja por soltar una ruidosa ventosidad en el transcurso de una discusión entre ambos. En su resolución, el titular del juzgado de Violencia sobre la Mujer consideró que “los hechos enjuiciados constituyen una actitud de menosprecio que lesionó la dignidad de la denunciante, además de menoscabar su autoestima y honor”.
Como comprenderán, la noticia me dejó más turbado que nunca. Yo, que siempre he tenido la ilusión de visitar la patria de mis ancestros, tendré que renunciar a ese sueño porque, de ser verdad eso de que te sancionan por gasearte en plena calle, nadie me libraría entonces de una cadena perpetua. Periodista en fin, cuando regresé a casa busqué la fuente de tal información pedorréica pero no pude confirmarla en ningún diario de respeto. Todo parece ser una de esas fake news que tanto abundan hoy día, replicada por cientos de otros sitios fake. Noticias Falsas, como aquella otra del rinoceronte del Parque Zoológico de Cantabria que se tiró un petardo y mandó al hospital a tres ancianitos japoneses que estaban en la retaguardia del animal tirándole fotos. Lo primero que uno piensa es que hay que ser muy “tonto del culo”, como dicen los españoles, para tirarle fotos al fondillo de un mamífero placentario del suborden ceratomorfos perteneciente al orden de los perisodáctilos (¡gracias Wikipedia!).
El neologismo fake news se ha implantado en nuestro idioma pese a que la Real Academia Española ya tiene un vocablo para esta acción: paparrucha, “una noticia falsa o desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”. En la actualidad, el concepto se ha ampliado también a chistes que se convierten en engaños. Es increíble como la gente se traga estas paparruchas, las replica y hasta las defiende con fervor.
“La industria de la Fake News está afectando todo el ecosistema de la información” asegura Claire Wardle, directora de First Draft News, el proyecto de la Universidad de Harvard encaminado a demostrar como la gente corre rumores que no sabe que son falsos. Los envía por mensajes o por Twitters, o bien los sube a sus perfiles de Facebook, sin verificar su autenticidad. Con suficiente malicia, se crean fábricas de noticias falsas o cuentas de redes sociales que se encargan de diseminar mentiras con expresa intención de manipular a los otros. Las Fake News pueden tener intencionalidad de divertir, engañar o influenciar la opinión pública en favor de un grupo, un político o una empresa. Existen las fake news calificadas como “misinformation” (compartir inadvertidamente información falsa, como la de los dos pedos del principio de esta nota), y las nombradas “disinformation” (la creación deliberada de información que se sabe falsa).
Cualquiera hoy en dia se titula periodista o reportero. Solo necesita un celular inteligente con aplicaciones básicas para crear posts o twitters en las redes sociales, además de grabar videos y audios. Todo al alcance de un gesto de los dedos.
En la verificación de la autenticidad de la fake news que me lanzó mi amigo Ernersto, solo puse “pedo valencia juez” en Google y éste me respondió con casi 900.000 entradas, desde la flatulencia delictiva que dio lugar a la disiformation, hasta minsinformations como estas joyas de titulares: “LE SACAN UN PEPINO DEL CULO Y DICE QUE A LO MEJOR SE TRAGÓ UNA SEMILLA”, o “DA A LUZ A UN NIÑO NEGRO Y ECHA LA CULPA AL CAFÉ QUE TOMA ELMARIDO”.
Al menos la búsqueda me sirvió para comprobar con alivio que puedo visitar España sin temor a las consecuencias de una potajada de garbanzos.
Una advertencia a mis amigos: recuerden que Facebook es como la televisión cubana, que nada es lo que parece.
Pablo de Jesús
Abril 29/2018
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