LLegamos a esa época del año en que la gente que es buena abre su corazón, y los que son mala leche se disfrazan de zorro, con máscara incluida, para robarte hasta el calzón. Es la época de cosecha para los tramposos que acuden a todas las artes a fin esquilmarte hasta la sombra. Cacos con mucha imaginación para crear todo tipo de fraudes, que lo mismo te llegan por teléfono, correo o por las redes sociales. Y la época en que los ingenuos abundan como las flores de pascua, el guanajo de Thankgivins y el arbolito de Navidad.
Según reputados científicos de reputadas universidades que han hecho reputados estudios, el mentir es una hijoeputada consustancial al ser humano. Todo el mundo, alguna vez en su vida, ha metido una guayaba, que es lo mismo que decir que ha mentido. Mentiras blancas revestidas de buenas intenciones, y mentiras negras repletas de veneno.
Una encuesta realizada por la Universidad de Harvard en 2009 encontró que el 51% de los adolescentes de 17 años o menos cree que el engaño es necesario para el éxito, mientras que sólo el 10% de las personas mayores de 50 años pensaba lo mismo. En un estudio realizado en 2012 por el mismo centro, se comprobó que los hombres son menos honestos que las mujeres, pero las féminas tienen la misma probabilidad de mentir por una recompensa financiera. (Ojo, que no soy yo quien digo que las mujeres son interesadas). Los hombres con caras anchas, sin embargo, son más propensos a engañar y mentir que las personas con caras más estrechas, y sobre todo, cuando hay dinero en juego. ¿Será por eso que a los metiroso compulsivos siempre le dicen: ¡qué clase de cara tienes!?
Otro estudio firmado por los sicólogos Azim F. Shariff y Ara Norenzayan, del Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia Británica en Canadá, indicó que el ser una persona religiosa no te libra de mentir. Según los loqueros canadienses, las personas que creen en un Dios bondadoso y amoroso son más propensas a engañar que aquellas que creen en un Dios enojado. Es curioso como, entre los siete pecados capitales que cita la Biblia, no se ubica la mentira. La soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza son llamados “pecados capitales” porque generan otros pecados. Cualquiera de ellos ha generado montones de mentiras.
En Facebook, los rufianes se aprovechan del terrorismo verbal con aroma apocalíptico para lanzar cadenas de salmos, amistades, advertencias, predicciones, cualquier cosa con tal de enganchar a los ingenuos que luego se concatenan a otras personas para transmitir el mensaje, sin saber que le están regalando los datos de sus amigos a los malhechores cibernéticos, quienes luego le venden nuestras señas a los ladrones de identidad. Me revienta esa gente que dice que como prueba de amistad debes mandar tal mensaje a otros amigos, o de lo contrario, tu no eres el amigo que ellos pensaban. Señores, señoras (y señoritas por si hay alguna escondida en mi muro), la amistad no se pone a prueba ni se mendiga. Se gana con el corazón y se pierde con la mente. El que busca un amigo sin defectos se rodea de gente sin afectos. Mi papá, que era gallego y guajiro, decía que “al amigo y al caballo no hay que cansarlo”.
Hay también quien te envía cadenas religiosas al estilo de “comparte esto con 12 amigos y El Señor tocará a tu puerta y te colmará de regalos”. Como dijo un amigo en este mismo Facebook, “si el hombre va a venir pues que venga de una vez, porque ya me esta resultando medio informal”. Están aquellos que te enlazan con otros 20 desconocidos pidiendo un “amén” para los que sufren de cáncer. Nunca he visto pedir amenes para curar las hemorroides o el herpes vaginal.
No dudo que la mayoría de los que envían estas cadenas son gente buena, y que lo hacen de todo corazón, pero me pregunto: Si es tan importante comunicar sus buenas intenciones ¿por qué no lo hacen en sus muros o en el muro general de Facebook donde lo verán y compartirán más gente?. Dejemos el chat para conversaciones privadas entre amigos. Al menos, esa era la idea de Mark Zuckerberg y su pandilla cuando se inventaron Facebook.
Están también los estafadores telefónicos. Esos que te llaman desde números privados o falsos y lo mismo piden dinero para la policía, los bomberos y las monjitas de San Patricio, que para los niños pobres del tercer mundo o para los pobres perritos abandonados.
La última son los email advirtiéndote de un supuesto problema con tu computadora, y ofreciendo repararlo. La Federal Trade Comisión (FTC), que persigue fraudes de todo tipo en Estados Unidos, advierte que antes de responder o abrir un mensaje de esos, debes tener en cuenta lo siguiente: “si no está roto, no lo repares”. Porque es bastante probable que la llamada sea una estafa de soporte técnico. La FTC es la agencia nacional de protección del consumidor estadounidense, que trabaja para prevenir las prácticas comerciales fraudulentas, engañosas y desleales en el mercado. Acá les dejo este útil link: www.consumidor.ftc.gov
Hace poco, me estuvieron bombardeando con mensajes de ese tipo, pero yo los borraba o los bloqueaba. Hasta que parece que se cansaron y me llamó por teléfono un chino que se las daba de hablar en español. Reproduzco el diálogo casi textual:
-Tu compiutel tiene a big ploblema
-¡No jodas tú! ¡Y ahora qué pasa?
– Mi no jole. Mi said tu que jolilo eles tu. Compiutel have a vilus
-¿Será el virus del nilo? El otro dia maté un mosquito de un golpetazo en el teclado
-vilus malo, muy malo. We fixe ploblema for tu
-¿y que necesitas?
-tu adrees, tu id de manejo, dia tu naciste, numélo cledit cald y we fixe vilus malo, mucho malito.
No voy a decir por respeto al vecindario lo que le respondí. Solo que el chino se despidió con algo referente a los zorros. En su inglés macarrónico creí entenderle algo así como: “¡fox yu!”. Más zorro será el. ¿Qué se cree? ¿Venir a joder a un cubano que se las sabe todas? Y si no, se lo imagina. Porque si algo le sobra a un cubano es imaginación.
Pablo de Jesús
Los Angeles
Octubre 7/2017
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