Hablar en Cubano, Libro del Periodista
Pablo Socorro
JESÚS HERNÁNDEZ CUÉLLAR
Después de veinte años durante los cuales recorrió el mundo como cronista deportivo de Agence France Press, y otros muchos años como corresponsal de guerra en Africa y Nicaragua, el periodista y escritor cubano Pablo Socorro está sacando el máximo provecho de su retiro como empleado, no como profesional. Luego de más de dos décadas con residencia en California, Estados Unidos, Socorro se retiró en Florida, para dedicarse a escribir columnas de gran sentido humorístico y solidez periodística. Fue en esta nueva etapa que nació su libro más reciente, Hablar en cubano, que partió de sus piezas publicadas en Facebook a partir de 2014.
Es importante destacar que antes de su llegada a Estados Unidos, a principios de los años 90, Socorro ejerció su profesión en su natal Cuba, donde fue el único periodista que tuvo acceso al histórico y polémico juicio contra el general Arnaldo Ochoa, que culminó con el fusilamiento de aquel oficial de alto rango, del coronel Tony de la Guardia, conocido como el “James Bond cubano”, y de otros dos militares, todos acusados de narcotráfico en una maniobra política de Fidel Castro muy criticada por la oposición cubana.
Sobre su nuevo libro y su vida de periodista liberado de las ataduras de un empleo, ContactoMagazine.com sostuvo un interesante diálogo con Socorro.
JHC.– ¿Cuál es el propósito del libro Hablar en cubano?
PS.- Este, mi tercer libro publicado, es un proyecto que nació hace cuatro años en Facebook, desde que el 18 de diciembre de 2014 colgué en mi muro la primera de 210 entregas en una columna dominical que he mantenido contra viento, marea, enfermedades y trabajo. Cuando debuté en mi muro, por decirlo deportivamente, lo hice más bien para vencer el aburrimiento en aeropuertos y hoteles mientras reportaba eventos para la Agence France Presse (AFP). Fui el primer sorprendido al ver la aceptación que tuvieron entre mis amigos de Facebook aquellas primeras crónicas. Más tarde me aventuré con algún cuento, con seriales divididos en capítulos de varios fines de semana y hasta poesía. Un día, me dio por colgar frases y sentencias que me venían de pronto a la cabeza, me asaltaban con saña y alevosía lo mismo en la ducha que manejando, y me inventé las Miercolinas de Pablo, una sección que sale los miércoles, también en Facebook, y es muy seguida y comentada por mis amigos. A lo largo de estos cuatro años he creado personajes con los que la gente se ve identificados, ya sea por exceso o por defecto, como Lorenzo Jamonada, el primer cubano en Marte, Papito Soplatubo, el cocinero de la reina de Inglaterra y Emeterio Zacarías Saturnino Guardado, el repatriado. Hasta enero de 2017 estuve escribiendo en modo “aficionado”. Tras mi retiro en esa fecha, he pasado al “profesionalismo”, en calidad de agente libre: libre para escribir lo que quiera, libre para escribir cuando quiero, y libre para escribir como quiero. Esa es la historia de este libro, mi “opera prima” en el exilio. Lo que empezó como un entretenimiento, se ha convertido en un fuerte instrumento de comunicación social, dado el intercambio que sostengo a diario con mis amigos-lectores, cómplices conscientes de esta aventura digital.
Pablo Socorro, autor de Hablar en cubano. (Foto: Yuri Cortez).
JHC.- Cómo lograste armar la estructura del libro?
PS.- Hablar en Cubano es una selección de 41 trabajos en los que toco lo humano y lo divino, con pinceladas de costumbrismo, actualidad, ironía, sarcasmo, humor y reflexión. El libro está estructurado en un primer bloque de mucha cubanía; de hecho la primera crónica -que da título al libro- empieza a meter al lector en situación al contextualizar cómo el lenguaje del cubano se fue moldeando en las carencias de todo tipo que ha experimentado en estos 60 años de Involución Socialista. Hay un segundo bloque con trabajos más reflexivos sobre el amor, los hijos, la familia, y un tercero con un lenguaje más directo, más pegado al periodismo. Tuve el honor de que Hablar en Cubano fuera presentado en el Festival Vista de Arte y Literatura en Miami por el poeta cubano Félix Anesio, quien calificó el libro de “posmoderno, original, honesto y democrático, escrito en multitudinaria complicidad con el lector”. De hecho, son mis propios lectores quienes escribieron su introducción, a la que llamé Proloco, que no Prólogo.
JHC.- ¿Hablar en Cubano significa ser políticamente incorrecto?
PS.- Significa decir las cosas como son. Los cubanos somos extrovertidos por naturaleza, aunque las circunstancias de los últimos 60 años nos haya puesto una mordaza en la boca, pero no en el pensamiento. En tantos años de dogmatismo, lo único que no nos han podido arrebatar, regular, metrar ni aplastar, ha sido el sentido del humor. Mediante el humor hablado y el gestual, expresamos nuestros más íntimos y rebeldes sentimientos. En mi caso siempre he sido un optimista al que le encanta ser políticamente incorrecto y burlarse de estereotipos, ideologías e ismos de toda laya. Como dice uno de mis personajes, el Bobo de la Yuma, “estoy en esa edad en que es mejor quedarse con la culpa y no con las ganas”.
JHC.- ¿Nos entienden los hispanohablantes de otras naciones cuando hablamos en cubano?
PS.- El libro está escrito en una clave comunicacional propia de las redes sociales del momento, en un lenguaje dinámico y conversacional que llega a todos los lectores, no importa la nacionalidad. Es una obra procesada y recreada por el lector feizbuciano, con palabras inventadas como ésta, pero necesarias cuando no se tiene otra similar a mano. Entre mis cinco mil seguidores en Facebook y veintitantos mil en mi blog, tengo amigos de todo el mundo. Es un libro que contiene giros y vocablos de Argentina, Uruguay, Brasil, México, toda Centroamérica y las islas del Caribe, e incluso modismos españoles, franceses, alemanes y sudafricanos. Es un libro influenciado por los lugares en los que he vivido y he trabajado, por las personas que he conocido y entrevistado en medio siglo de recorrer el mundo como reportero de noticias y como cronista de la sociedad. En esa dualidad me muevo siempre. Estoy convencido de que el secreto de un escritor no es encontrar a alguien que te lea, sino a alguien que te crea.
JHC.- ¿Cómo fue que saltaste de cronista deportivo de la AFP durante dos décadas a cronista de temas cubanos en internet y ahora con el libro?
PS.- Tenía necesidad de ir más allá de las ataduras propias del periodismo, constreñido casi siempre al tiempo y al espacio en que se mueve el suceso, y resultó un tránsito normal el paso de cronista deportivo al de narrador de historias reales y de ficción. El periodismo deportivo te da la posibilidad de fabular el hecho noticioso dentro y fuera del terreno, de contar la historia de los triunfos y fracasos de los protagonistas, de los récords y las hazañas, lo mismo a colores que en blanco y negro, y en un lenguaje que lo mismo puede ser crudo que poético, pero siempre buscando implicar al lector. Un lector exigente no es solo el que quiere sentir en tu escrito la emoción de una carrera, un partido, un gol, sino que además quiere conocer el lado oculto de ese hecho, el color de la tristeza o la alegría. En cierta forma, todos los buenos cronistas del género han devenido escritores fabulosos. La lista es larga: Hemingway, Albert Camus, Eduardo Galeano, Gunter Grass, Pablo Neruda, Pier Paolo Pasolini, Camilo José Cela, Vladimir Nabokov. Todos escribieron grandes crónicas, cuentos y novelas con el deporte como tema, y algunos fueron futbolistas notables, como Camus y Nabokov, porteros en clubes semiprofesionales.
JHC.- Durante los últimos 60 años Cuba ha vivido una experiencia política, económica y social diferente a la del resto de las naciones latinoamericanas ¿crees que esa experiencia ha cambiado la manera de “hablar en cubano”, entre otras cosas por la censura.
PS.- La dictadura del igualitarismo nos puso a todos los cubanos a hablar la misma jerga, un idioma de subsistencia como le llamo, con vocablos surgidos más por la necesidad que por desarrollo del propio lenguaje coloquial. El cubano sustituyó expresiones como “se fue del país” por “se piró”, desertar por “venderle el cajetín”, “volar” (referido a tomar un avión) por “fasten”. Hoy las palabras más socorridas del cubano son “resolver” y “escapar”. Principio y fin del socialismo estos vocablos. El cubano no hace gestiones, sino resuelve, no compra la comida en un súper sino que la resuelve en el mercado subterráneo. Cuando un cubano te dice que escapó, no es que se fugó de un lugar, sino que resolvió algo que le permite sobrevivir por un tiempo, escapar de las trampas de una vida marcada por las necesidades cotidianas. También, con la Involución castrista, el lenguaje gestual ha cambiado. Al propio Difunto en Jefe se le mencionaba sin palabras, tan solo con el acto de pasarse la mano por la cara para imitar una barba. O a un dirigente se le nombra tocando con los dedos índice o anular uno de los hombros. Mucha de la literatura cubana actual está marcada por ese lenguaje, que lejos de ser vulgar o soez, confiere un viso de autenticidad a sus obras, sin caer en lo chabacano o lo prosaico. Y es que las palabras, como los seres vivos, nacen, viven y mueren.
JHC.- ¿Dónde se puede adquirir Hablar en cubano”?
PS.- El lector puede ponerse en contacto conmigo a través de Facebook y lo tendrá autografiado de este servidor. El negocio de la auto publicación ha dado grandes oportunidades a los autores desconocidos como yo, que invertimos un dinero en la publicación no tanto con el afán de recuperarlo, como el de llegar a los lectores con un mensaje muy personal, muy de estos tiempos de redes sociales, emoticones, teléfonos inteligentes y toda una parafernalia a disposición del escritor actual.
Nota del editor: Para comunicarse con Pablo Socorro en Facebook.
JHC.- Algo que no te haya preguntado
PS.- Estoy en deuda permanente con el escritor Armando Añel y su esposa Idabell Rosales por la oportunidad que me dieron de presentar el libro en la décima edición del Festival Vista del Arte y Literatura independiente de Miami. Ellos, junto a otros intelectuales del exilio, están haciendo un gran trabajo en el rescate y mantenimiento de los valores culturales de nuestro pueblo, y en denunciar las constantes violaciones a la libertad de opinión y creación propios de toda dictadura comunista. Esta edición, por ejemplo, estuvo dedicada a denunciar el represivo Decreto 349, otra camisa de fuerza que el castrismo ha impuesto a los creadores de la isla.
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