Dos veces destruyó El Señor la tierra por las mismas causas: la envidia, la maldad y la avaricia de los hombres. La primera, con un diluvio que duró un repupuchal de días; y la segunda, con una lluvia de azufre y fuego que dejó todo carbonizado. Pero en cada oportunidad, salvó a un hombre y a su familia. Cuando lo del diluvio, fue hasta La Habana y allí se vio con un tal Noé, carpintero que vivía en el solar de La Chusmita en 15 esquina K, Vedado por más señas.
-Hazte una Arca que flote y mete en ella a todos los miembros de tu familia y a siete parejas de cada especie, macho y hembra -le dijo el Todopoderoso a Noé, quien tenía mucha experiencia en eso de construir balsas.
– ¡Coño acere! ¡Tremendo cohete que me has puesto! ¿Y para qué hace falta el Arca esa chico? -pregunto Noé.
-No discutas y ponte a trabajar, que en una semana abro el grifo por 40 días y 40 noches y acabo con la quinta y con los mangos -respondió Señor.
Y Noé construyó el Arcabalsa y salvó a la humanidad. Pero por poco se ahoga, porque a su hijo menor, Jafet, se le empeñó meter en el arca una pareja de comejenes que casi acaba con la madera santa.
Más, de nuevo la maldad volvió a crecer como hierba mala en la tierra, y otra vez el Altísimo tuvo que tomar cartas en el asunto. Ahora no bajó él en persona a castigar, sino que envió a dos ángeles, Nicolás y Diosdado.
Nicolás era el más lerdo de Angelandia, el lugar donde habitan los capitanes del Señor. Era tan insignificante el pobre, que nadie le hacía caso. Hasta el día que confundió los penes con los panes, lo que le valió tremenda reprimenda del Creador, y ser objeto de numerosos memes de otros ángeles. Diosdado era más taimado, de esos angelitos que las mataban callando, a mazazo limpio.
Aterrizaron los dos ángeles frente a la casa de Lot López, en la Sodoma llanera, y luego de tocar el timbre le dijeron:
-Mira Lot. Eh. Venimos en misión del Señor, eh, pa`arrasar con toda esta podredumbre, eh, y con los escuálidos, eh -explicó Diosdado.
-¡No vamos a perder ni un milímetro de segundo en barrer a estos malandros! -añadió Nicolás con su firmeza característica.
-¡Pero coño vale! ¡Ustedes sin son arrechos! Por eso uno tiene que ponerse a guarimbear -replico Lot López, muy molesto.
-Deja la vaina, eh, que te vamos a caer a coñazos, eh -amenazó el ángel Diosdado, con el mazo en la mano.
-Dale marica, échale bola. Sos un pitiyanki. ¡y no mires pa’tras porque te salás -tronó Nicolás, imitando a su amiguita Cristinita K.
Obediente, Lot López tuvo que salir a comprar dólares en el SIMADI (Sistema Marginal de Divisas) y sacar pasaje para Miami, donde se asentó en el Doral para escabullirse de los dos ángeles vengadores. Pero esto provocó la ira del Señor, que por segunda vez destruyó a la Pacha Mamá. La despachamamó toda cuando hizo llover azufre y fuego desde el cielo. Luego le dio pena con los hombres y volvió a recomponerla. Pero la humanidad volvió a jorobarse con un virus llamado Socialismo del Siglo XXI, y El Que Manda decidió tomar cartas personales en el asunto. Arremangándose la túnica bajó por uno de los rayos de San Pedro y fue de nuevo a ver a Noé, que para entonces había emigrado a Hialeah, la segunda ciudad en importancia de Cuba.
– Una vez más la tierra se ha vuelto perversa y está superpoblada. Voy a bajar otro diluvio, así que construye una nueva arca para ti y tu familia porque eres el único hombre justo de esta generación, le explicó el Señor.- Tienes 6 meses para construir la megabalsa antes de que comiencen los aguaceros -dijo el Omnisciente.
Noé se puso a la tarea, por lo que tuvo que dejar sus dos trabajos, uno en la factoría y otro en un hotelito de Okechobe. Además, a sus 600 años no era cosa de juego ponerse a dar hacha para cortar la madera, serrar, clavar y embrear la barca para que no le entrara agua. Cumplido el plazo, el Señor regresó y vio a Noé llorando en su jardín. Pero del arca ni rastro por todo aquello.
-¿Dónde está el Arca Noé? , le preguntó.
– Chico, perdóname pero las cosas han cambiado mucho, respondió Noé, y pasó a explicarle el problema que tenía.
“Cuando empecé a pinchar, llego un inspector de la ciudad y me pidió el permiso de construcción. Tuve que bajarle una tierrita por la izquierda, una money, tu sabes, pero el papel aún no me ha llegado. También tuve bateo con mis vecinos que dicen la altura del arca que iba a construir en mi jardín, les quitaba privacidad. Tuvimos que ir a la junta de apelaciones para resolverlo”.
“Luego el departamento de transporte exigió un bono para cubrir los costes del movimiento de líneas eléctricas y otras obstrucciones, que faciliten el movimiento del arca al mar. Yo les dije que el mar vendría a nosotros, pero ellos ni caso me hicieron.
“Conseguir la madera fue otro lio. Está prohibido cortar los arboles locales para salvar a la lechuza manchada y la tojosa rayada. Traté de convencer a los ambientalistas de que necesitaba la madera para salvar a la Humanidad, pero también e cagaron en mí”.
“Un grupo de defensores de los animales me demandó por crueldad al querer confinar a los animales salvajes contra su voluntad. Entonces, llegó una notificación de departamento de medioambiente diciendo que no podría construir el arca hasta que finalizasen su estudio de impacto ambiental”.
A medida que Noé explicaba sus problemas, el Eterno se iba enfureciendo, y cada vez que arrugaba el seño se formaban negros nubarrones en el cielo.
“Todavía estoy tratando de resolver una queja de la comisión de derechos humanos sobre cuantas minorías debo contratar para mi equipo de construcción. El Consejo Nacional de la Raza me demandó porque solo incluí una pareja de mexicanos en el arca. La ONG The Southern Poverty Law Center me reclama que una pareja de afroamericanos no es suficiente para salvar a la especie. Cuando quise buscar dos negros cubanos, la sociedad yoruba me puso bola negra porque los tambores y el caldero de Oyá no estaban coronados”.
“Los sindicatos dicen que mis hijos son menores y no pueden ayudarme, que solo debo contratar a trabajadores de la Unión con experiencia en la construcción. Ahora espero traer constructores de la India, que son más baratos”.
Noé suspiró, no pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla, y prosiguió con su rosario de obstáculos:
– Perdóname Señor, pero me llevaría más de cien años terminar esta jodía arca. Disculpe la expresión.
De repente, desaparecieron los negros nubarrones. El cielo se despejó y el sol empezó a brillar. Noé miro con asombro al Señor y preguntó: “¿eso significa que no vas a destruir el mundo?”.
– Para nada -dijo El Creador.- Ya se está encargando el gobierno de ello.
Y para ayudar en la tarea de desconchabar la tierra, el Señor envió entonces sus siete plagas, con abundancia de políticos corruptos, socialistas del Siglo XXI y más atrás en el tiempo, rusos jode-elecciones, republicanos obtusos y demócratas confusos. Y al frente de la legión, a un rubio que tiene a todo el mundo marea’o.
Pablo de Jesús
Tampa, mayo 2018
Comments