-¡Arriba! ¡Suban a esos camiones!
Sólo un centenar de chicos obedeció la orden del sargento. El resto, unos 500, nos hicimos los remolones a ver si se llenaban aquellos Zil verde olivo que nos llevarían directo al cadalso. Porque eso representaba para nosotros el llamado al Cemeó, como decía todo el mundo, ya que era cosa de orinarse y algo más que te agarrara el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y te arruinara la vida, y el futuro, para siempre.
-¿Así que haciéndose los inteligenticos conmigo? -gritó el oficial.- Pues ahora se van a joder. Voy a llamar por el número de esta lista.
Pero el militar se dio cuenta que en realidad había más futuros reclutas que camiones, y optó por la salomónica decisión de llamar por los números impares de su listado negro.
-¡Los que no se van hoy, que regresen mañana! -expelió con furia- A ver, el uno, tres, cinco, siete, nueve, 10, 12, 14, 16…- contó, sin darse cuenta que había saltado a números pares, hasta que el clamor de los afectados le volvió a sacar de sus casillas.
-¡Sargento, se ha equivocado! -gritó uno de los pares, mientras los impares rezábamos para que aquel oriental testarudo, que llevaba galones de sargento con aires de general, no diera marcha atrás en su conteo.
-¡Pues a joderse y a montar! ¡El 18, 20, 22… – y así siguió su cantinela, para contento de algunos como yo, que hacía el impar 51. Pero la alegría duró poco cuando el militar anunció que al otro día debíamos estar a las 6 am en ese mismo Comité Militar de San Antonio de los Baños para partir al llamado de la Patria.
-Me cago en la patria -dijo bajito Marichal El Loco, y yo le reí la gracia. Agarramos la ruta 39 hasta Rincón, a ver si alguna botella nos acercaba al pueblo, donde trataríamos de disfrutar nuestras últimas horas de libertad, del pelo largo y pantalones apretados a la usanza de un 1967 que venía caliente, con las eternas amenazas de invasión yanquee y la persecución a los pepillos porque escuchábamos a los Beatles y los Rolling Stones, y éramos considerados subversivos, desviados intelectuales que vivíamos ajenos a los esfuerzos internacionalistas de un Ché que se había desaparecido del panorama, pero nos había dejado su ejemplo de asmático sacrificio.
-No sé tú, pero a mí no me coge el verde -le dije a Marichal.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Convertirte en el flaco invisible? -me respondió mi amigo.
A mis 16 años ya había pasado más trabajo que un forro de catre. Desde los 11, y por ser el mayor de siete hermanos, estuve trabajando con el viejo en la finca, hasta que cumplí los 14 años, cuando le quitaron la última caballería de tierra y nos fuimos a vivir al pueblo. Yo, y lo confieso sin rubor, llevaba tres años repitiendo el quinto grado debido al trabajo en la finca. Cuando aquello se acabó, logré estudiar en tan solo un año, el quinto y sexto grados para entrar en séptimo de secundaria.
-Se me ocurre que nos bajemos en la primera parada del pueblo y vayamos a la secundaria a ver si la directora Priska nos da una beca -dije.
-¡Coño flaco, la partiste! -brincó mi amigo, y al cabo de una hora estábamos en la dirección de la Ciro Redondo dando el primer paso de nuestra fuga en cadenas.
Priska era una mujer recta, que imponía disciplina tan sólo con su mirada. Cuando te enfocaba con sus espejuelos de armadura dorada no era precisamente para elogiarte. Pero todos la considerábamos una profesora justa. Al menos, jugaba limpio, y no como otros maestros, que te enseñaban los dientes y por atrás te clavaban el puñal.
-Acá hay dos tipos de beca -dijo, mientras nos clavaba la mirada fría de sus espejuelos dorados-. Una para Técnico en Cultivo de Arroz, en Matanzas, y otra para la Escuela de Monitores que está en el reparto Vento, en las afueras de La Habana.
-¿Y eso de los monitores que és? ¿Para ser maestros? -preguntámos casi al unísono Marichal y yo.
La directora nos explicó que era una beca para alumnos con alto rendimiento académico, con más de 90 puntos de 100 posibles, y sobre todo, comprometidos con la Revolución. Yo pensé: «Me jodí». Con lo gusano que era mi viejo, que hasta había estado preso al principio de los 60 por haber pertenecido al ejército anterior del presidente Batista, y luego presentar para la salida legal del país de toda la familia, difícil me enganchara en ese Vento.
-Veremos que se puede hacer -nos dijo la directora, para no desanimarnos.- Los dos tienen más de 90 de promedio, pero se debe reunir al Consejo de escuela para analizar sus casos. Ahora, reincorpórense a las clases.
Le explicamos que al otro día debíamos estar en San Antonio para agarrar los camiones, y ella nos prometió que esa misma tarde convocaría al dichoso consejo. No puse mucha esperanza en la gestión. Ya me veía vestido de plátano verde. Fue entonces cuando me salvó el Efecto Mariposa. Dicen los científicos, que si en algún lugar del globo terráqueo una mariposa bate las alas, podría provocar un huracán en otra parte del mundo. Pequeñas acciones pueden ayudar a crear grandes cambios. La valiente acción de una mujer, que en mi defensa enfrentó criterios de personas extremistas, cambió mi vida.
Cuando terminaron las clases ese dia, Priska nos llamó a la dirección para anunciarnos que por mayoría, el Consejo había decidido darnos la beca. A la mañana siguiente, Marichal y yo entrábamos bien temprano por la puerta de Vento, con nuestras maleticas de palo, las mismas que usábamos para las escuelas al campo.
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(Conversación por chat, 30 de enero de 2017 14:04):
Pablo, te voy a hacer un cuento que nunca había dicho ….tu familia era desafecta y tú sabes como era eso, porque lo sufriste en carne propia. Bueno, el caso es que por tu notas te merecías una beca pero se forma en el Consejo Técnico la discusión si se te la debían dar porque no eras revolucionario, y discutí tanto pero tanto por tí que al final en la votacion se te permitió ir a la misma. Yo tenía gran estima por tu mamá, por ser tan sacrificada, y creí en tí. Nunca pensé que te lo diría, pero ya estoy mayor y quería que lo supieras.
(Conversación por chat, 30 de enero de 2017 14:24)
Mi querida profe. Me ha emocionado saber que gracias a tí mi destino cambió por completo, pues cuando le pedí la beca a Priska, la directora, era porque le estaba huyendo al SMO. El dia anterior me habían llamado a San Antonio para irme, y escapé porque no cupimos en los camiones varios de los chicos de Bejucal. De regreso a casa, Marichal y Armenio (no se si los recuerdas) me embullaron para hablar con Priska y pedir becas. Tenía mis dudas, no por mis notas, pero si por la filiación política, pues mi viejo había sido militar antes de Batista y habíamos pedido la salida del país, pero nunca nos la dieron. Tú fuiste el Angel Guardián que Dios me puso en el camino, pues pude estudiar en Vento, la Lenin, hacerme periodista y llegar a USA. ¿Quién sabe cuál hubiera sido mi vida si me hubiera agarrado el Servicio? Un beso y un abrazo a distancia no es suficiente para agradecerte. Pero es la mejor forma de compensar tu buen corazón. Dios te cuide siempre.
(Conversación por chat, 7 de febrero de 2017 17:14)
Gracias Socorro, Priska estuvo de acuerdo. Debajo de la frialdad que aparentaba habia un gran corazon!!!!Yo supe de la Lenin que te fue bien y de tu carrera de periodista pero de ahi mi vida cambió. Salí del país y vi que además de Cuba habia un mundo que no era el que conocía y ya jamas fui la misma; Despues vino el exilio y ya ves me ha ido bien, no pido más, mis hijos, hombres de bien y ya el (que es) médico lo tengo aquí hace dos años. Le doy gracias a la vida,,,muchos besos y abrazos. Sí me acuerdo de Armenio y de Marichal, en realidad me acuerdo de todos mis alumnos, besitos, me mantengo leyendo todos tus escritos, los disfruto y comparto, Chao
Fin de la conversación por chat (Nota: conversación reproducida tal y como fue escrita)
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Dice una canción que “la vida es como una barca: un remo lo mueve mi mano y otro remo lo mueve el azar”. Gracias a mi profesora de Historia, que intercedió por mí en aquel consejo de la secundaria, agarré el remo que la vida me tiraba y hoy puedo decir que he llegado al puerto seguro de una madurez feliz y sin remordimientos. La otra mano la movió el azar, para que cincuenta años después pudiera encontrar a mi profe Carola Ana Alonso en Facebook, y ella me revelara el secreto de su Efecto Mariposa.
Pablo de Jesús
San Diego, Feb 11/2017
(seguir en el blog pablosocorro.com)
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