Son las 10 de la noche y mientras escribo esta crónica estoy esperando me pase algo malo. Le quedan sólo dos horas al dia para que las predicciones de mala suerte se cumplan, porque fui uno de los que se atrevió a mirar al sol sin gafas negras. Donald Trump y yo. Pero ya en la costa este son más de las 12 y el Presidente duerme tranquilo en su Casa Blanca, luego de advertirle a los terroristas que no habrá cuartel. Con gafas o sin gafas, su visión sobre los problemas del mundo sigue siendo en blanco y negro, como debe ser. Que eso de darle colores a la realidad es cosa de Hollywood, y de la anterior presidencia.
El mundo entero se revolvió con el Eclipse. Y los vendedores de gafas negras hicieron su zafra, como ocurre en toda economía de mercado que se respete. Millones de estadounidenses armados con lentes protectores disfrutaron el primer eclipse solar total que se desarrolló de costa a costa en todo el país en casi un siglo. El día se volvió nocturno durante los dos minutos y algo más que duró el Gran Eclipse Solar Americano, como ya lo están vendiendo los medios. El eclipse solar total es posible gracias a una casualidad cósmica. La luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero se encuentra 400 veces más cerca de la Tierra que la estrella. Por eso ella puede opacarlo por completo. Por algo la luna es hembra, digo yo.
Visible en una zona de 113 km de ancho y 4.000 km de largo en los Estados Unidos, atrajo a una de las audiencias televisivas más grandes en la historia humana. Fue tal la oscuridad en la franja eclipasada, que hasta los grillos se pusieron a cantar en Missouri, según la NASA. La luna y el sol hicieron el amor a pleno dia, y cuando la Luna comenzó a levantarse de la cama y los primeros rayos del astro rey se filtraron de nuevo a la Tierra, el gallo de mi vecina comenzó a cantar como un desaforado. “¡Qué noche más corta ésta!”, imagino que pensó el gallo cuando el sol regresó a su funciones de siempre.
La última vez que un Eclipse se vio desde el Pacífico a la costa atlántica fue en 1918, justo unos dias después que Estados Unidos invadiera Rusia y el general Williams Graves tomara Vladivostok. La orden se la dio el presidente Woodrow Wilson en un memorandum que decía: “invade Rusia, pero no te metas en lio”. Porque ya se sabe que los rusos son fanáticos a buscarle lios a los presidentes americanos. También los Hijos de Putín vieron este Eclipse. Vamos a ver con qué sale ahora la prensa estadounidense luego de que Trump presenciara el fenómeno astral sin la debida protección. Por lo pronto, ya hubo lugares en el país donde se tomaron el Eclipse como una señal de que Dios autorizaba un impeachment contra Donald. Un pastor bautista en Los Angeles dijo que este era el segundo dia más oscuro desde el 8 de noviembre pasado, cuando Trump le ganó la presidencia a Hillary Clinton. Dicen que los Clinton no pudieron ver el Eclipse porque estaban muy ocupados borrando emails. Aprovecharon que durante los eclipses, las tormentas solares expulsan violentos rayos de partículas cargadas a la Tierra, que pueden interferir con los sistemas de telecomunicaciones.
Digo que todavía no ha pasado nada malo, pero si nos ponemos a ver, sí pasó. Tuvimos una invasión de moscas en la casa, y en el lapso de tiempo que duró el eclipse maté 21 de ellas. Misma cantidad que el dia del suceso. En realidad fueron 22 las muertas, pero una falleció por exceso de velocidad, cuando se metió de cabeza contra el cristal de la ventana. Recordé a Tippi Hedren peleando con los pajarracos negros en la película de Hitchcock. Tal vez el ataque de moscas negras se debió a que el dia amaneció opaco. Con una oscuridad malsana, pero así y todo le enganchamos sus gafas de sol a Fenris, por si le daba por mirar al sol. El, ni se enteró, y como cada mañana, se dedicó a su tarea de caerle atrás a la pelota, mientras compartimos el cafe matutino en la terraza.
Sobreviví al Gran Eclipse Americano, pese a que una amiga me predijo un dia malo. Que no saliera de mi casa, ni mirara al sol, porque se avecinan tiempos tormentosos. Lo más terrible que me sucedió fue el episodio de las moscas, y que una señora que salía del super casi me choca con su carrito de mercancias por estar mirando al sol (ella). Por suerte, la esquivé a último momento, pero terminó estampada contra un auto en el parqueo. También vi a un gracioso oteando el cielo con una galleta Ritz en cada ojo. Insensato. Hubiera utilizado mejor las Oreos, que son prietas por fuera y blancas por dentro. Como las gafas de mi Presidente.
Pablo De Jesús
Dia del Gran Eclipse Americano
Los Angeles
Comments