Este domingo cumplo exactamente una semana de jubilado. De pronto he descubierto que estaba completamente equivocado en eso de que la vida de un retirado es una larga sucesión de dias de ocio, con semanas de cinco sábados y dos feriados. Desde que el 31 de diciembre “colgué los guantes”, como dicen los boxeadores, no he tenido un minuto de reposo. También he comprobado que lo más valioso que tendré en esta etapa es el tiempo, y que siempre se está acabando, así que lo mejor es usarlo sabiamente. Más que amigos, más que dinero, más que posesiones, el tiempo es el activo más valioso que tenemos en la vida. Pero en esta primera semana del año 1 de mi nueva vida Chronos, el dios griego del tiempo, parece que se fue a jugar bolos con su amigo Zeus. Chronos es la personificación del tiempo. En la mitología griega se dice que gracias a su unión con Ananké, diosa de la inevitabilidad, salió el huevo primigenio que se dividió en tres partes: tierra, cielo y mar, provocando así la creación del universo ordenado. Y también ese plato que venden en los buffets de Las Vegas compuesto por un steak de jugosa carne roja, un contramuslo de pollo y una langosta.
El universo de estos griegos podrá ser ordenado, pero el mio ahora mismo es un caos. El retiro llegó aparejado con la mudanza a una nueva casa, nuevo barrio, nueva vida, y el descubrimiento de que el dia en estos lares tiene menos de 24 horas. Mi mundo previsible, organizado y planificado hasta entonces, se ha puesto patas arriba. Aún estoy tratando de descubrir en cuál de las 54 cajas puse mis calzones Fruit of de Loom de invierno. Los que me compré para el viaje a los Juegos Olímpicos de Vancouver y que casi no usé porque el invierno fue tan magro en la ciudad canadiense que los organizadores tuvieron que alquilar máquinas hacedoras de nieve para que se pudieran realizar algunas competiciones al aire libre. Mientras, me defiendo con unos calzoncillos largos tipo comedia silente, que de tan gastados han perdido el elástico. No es facil cargar una caja con estos calzones resbalando hasta las rodillas. Caminando como un pato y con cara de estreñío. Podría ir a la tienda a comprarme unos nuevos thermal underware, pero precisamente me falta lo que hablabamos al principio: tiempo.
Una mudanza es una revolución en marcha atrás. El término mudanza tiene varias implicancias. Puede ser el acto mediante el cual una persona decide mover los objetos o elementos que forman parte de su vida a otro lugar, o un cambio de vivienda, de ropa, de trabajo o de estatus laboral. La mudanza es siempre el cambiar algo de lugar, mudarlo de un punto a otro. Dependiendo de la situación en particular, la mudanza puede volverse más o menos complicada y requerir más o menos tiempo. Cada caja que abrimos es una sorpresa. En la que dice “ütiles de cocina” encontramos ropa íntima y la que pone “ropa interior” están los calderos alemanes de mi esposa. Ya decía yo que pesaba demasiado esa caja de ropa íntima, que sonaba a metálico, como si estuviera llena de cinturones de castidad.
Y toda esta movida en medio de un frio que pela. Un frio salvaje, demencial, anacrónico para este estado con fama de tener sol las 24 horas del dia, y donde las lagartijas y los majases se están quedando frisados como pollos de Winn Dixie. El próximo que me hable de pronósticos del tiempo le voy a mandar a freir tusa (¿alguien ha probado la tusa frita?) al Polo Norte. Que una cosa es que nuestro presidente nos haya sacado del Acuerdo Climático de París y otra que los pobres esquimales no puedan disfrutar de un duro frio debido al calentamiento global. Y una cosa es el clima y otra el tiempo. Según la NASA, “El tiempo es cuáles son las condiciones de la atmósfera en un corto período de tiempo, y el clima es la forma en que la atmósfera se comporta durante períodos de tiempo relativamente largos”.
Ahora si estoy frito. Resulta que hay dos Tiempos. El de la NASA y el de Chronos. Y los dos conspiran contra este pobre retirado. Las únicas que parecen disfrutar de los dos Tiempos son las grullas, que sobre sus zancos carmelitas se pasean por el patio de la casa, camino del lago que está al fondo, y desaparecen en la niebla fria que cuelga sobre el espejo de agua, ajenas a mis batallas con el pantalón largo sin elástico. ¡Qué complicada es la primera semana de vida de un retirado!
Pablo de Jesús
Enero 6/2018
Comments
Aaron
3rd April 2018 at 8:39 amUno que piensa que al retirarse tendra todo el tiempo del mundo, y mira…no es asi.