• logo


logo

  • Inicio
  • Blog
  • Contáctame
loading...
  • Post
  • Similar Posts
  • Post Icon
  • Pablo Socorro


AMOR DE PERRO

Amo a mi perro como a mí mismo. Es un amor canino que solo las personas que tienen perros saben lo que se siente cuando te despiertan en la mañana con un lengüetazo en la cara. Aunque en mi caso, Fenris no tiene esa mala costumbre, pero se para en dos patas por mi lado de la cama y, muy delicadamente, me toca la mano con el hocico hasta que resucito. Es un despertador muy confiable. Lueva, truene o haga un sol de espanto, Fenris me llama a las 7:30 de la mañana para que le saque al patio a mear. Yo, por solidaridad masculina, corro a abrirle la puerta de la terraza, impuesto de la urgencia que implica levantarse con la próstata a punto de reventar, luego de toda una noche durmiendo como un bendito. Porque si algo bueno ha tenido la llegada de mi mascota a casa es que podemos dormir a pierna suelta toda la noche, sin tener que pagar a una compañía de seguridad para que me llene de alarmas toda la vivienda. En compensación por este servicio de Fenris, yo le alimento, le pago doctores caros, lo baño y lo entreno, además de recoger todo lo que entra por la boca y le sale por el fondillo. Como pueden ver, es un negocio redondo.

Y Fenris, como buen perro de escritor, me proveee de anécdotas valiosas para mis lectores. En más de una ocasión ha sido el personaje principal de estas crónicas dominicales. Para los que no le conocen, les dire que es un German Shepperd de cuatro años, blanco y muy activo. Eso de ser dueño de un Pastor Alemán (mis hijas no quieren que le califique de tal, porque dice eso le quita personalidad a Fenris) tiene su mendó. Si alguno de ustedes no están familiarizados con la palabreja mendó, les digo que es un término muy cubano, que significa capacidad, talento, sustancia, personalidad. No es lo mismo ser dueño de un chihuahua, un salchicha o un Pomerania enano, que poseer un German Shepperd. Hay que tener capacidad para soportarlo, talento para entrenarlo, sustancia para comprenderlo, y personalidad para pasearlo. Son perros fuertes, atléticos y activos.

Por eso Fenris no es un chucho cualquiera. Es un Perro, macho varón masculino. Y ahora que está en edad de merecer, se la pasa casi todo el día con el pajarito al aire, para diversión nuestra y escándalo de la vecina solterona. “¡Qué perro más mal educado tiene usted!”, me dice la muy mal agradecida, sin tener en cuenta que desde que Fenris se adueñó del patio, ninguna ardilla jodedora se atreve a comerse los melocotes, peras y naranjas del vecindario. Porque acá en este barrio floridano no hay cercas en los patios. Nadie quiere privar al vecino del acceso y la vista al lago, y todo el mundo convive en paz, sin invadir suelo ajeno, incluyendo a Fenris, que no sé como intuye hasta donde llegan los límites de nuestra propiedad. Jamás ha rebasado los linderos imaginarios. Ni siquiera cuando le cae atrás a las ardillas o espanta a las grullas gritonas que vienen del lago.

Pero un German Shepperd no se puede alimentar con cualquier cosa. Debido a su naturaleza hiperactiva, requiere una dieta llena de energía. El otro día estaba yo en Target comprando comida de perro y como me demoraba leyendo las propiedades de cada bolsa, una señora que estaba a mi lado empezó a mirarme con insistencia. Yo, que soy tremendo jodedor, comencé a tomar bolitas de cada tipo comida canina y hacer que me las llevaba a la boca.
-¿Usted tiene perro?” me preguntó la mujer.
– No, pero consumo esto para mi dieta -respondí -. Imagínese, que desde que empecé he perdido 40 libras. Cada vez que tengo hambre me como unas cuantas bolitas de éstas y me calmo.
– ¡Entonces funciona!, exclamó ella, maravillada
-Sí, pero no para todo el mundo.
-¿Cómo así?
-Pues verá -dije .- Tengo un amigo que hizo esta dieta hasta que un día despertó en la sala de urgencia de un hospital, con tubos por todos lados, grave, grave de verdad.
-¿Qué le pasó?, inquirió alarmada la mujer.- ¿Sería que le dio alergia?
-No que va. Un día iba muy feliz caminado y de pronto vio una perra en el medio de la calle, corrió hasta ella y se agachó para olerle el culo y ¡zas!, un carro le pasó por arriba y lo descuarejingó todo.

La mujer salió como bola por tronera de la tienda, tras echarme una mirada asesina. ¿Quién la manda a preguntar una tontera?

Pablo De Jesús
Florida Marzo 4/2018

Share this:

  • Click to share on Twitter (Opens in new window)
  • Click to share on Facebook (Opens in new window)
  • Click to share on Google+ (Opens in new window)

Related


Comments


Post a Comment!

Cancel reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.


  • Recent Posts

    • EL FANTASMA DE LA INTOLERANCIA
    • LA SUPUESTA INMORTALIDAD DEL CANGREJO CUBANO
    • CUBA EN DOS TOMOS
    • DE UN PÁJARO LAS DOS ALAS
    • AUSENCIA NO QUIERE DECIR OLVIDO
  • Recent Comments

    • Thiago on ENTRE EL JINGLE BELL Y BURRITO SABANERO
    • Abraham on ENTRE EL JINGLE BELL Y BURRITO SABANERO
    • Gloria Boresoff on VENEZUELA: CRONICA DE UN FRAUDE ANUNCIADO (IV final)
    • jorge on EL HOMBRE SINIESTRO
    • Aaron on CHRONOS, BENDITO CHRONOS
  • Meta

    • Log in
    • Entries RSS
    • Comments RSS
    • WordPress.org

logo
  • Home
  • Contáctame
  • RSS Feed
  • Contact
top

No me roben nada, yo todo lo regalo!